lunes, 4 de mayo de 2015

TULIPANES PARA RAQUEL





Abrió un ojo y lo primero que vio fue a la nariz de su gato Midas olisqueándola. Aún adormilada alzó la mano para acariciar su cabecita gris y blanca. Midas comenzó a ronronear y Raquel no tuvo más remedio abrazarlo mientras lo besuqueaba. Miró el reloj de la mesilla, las ocho de la mañana, aún podía remolonear hasta y media, pero Midas insistía en que se levantase de una vez. Seguramente su plato de comida estaba vacío y le rugía su pequeño, pero insaciable, estómago. Le hizo caso. El día comenzó para Raquel entre pienso, ducha, café cargado, esconder los michelines  y buscar un zapato perdido…que ya era difícil perder nada en aquel minúsculo apartamento. A las nueve y media salió de casa, los lunes hasta las once no tenía clases que impartir, así que podía ir paseando hasta la academia disfrutando de las calles del centro de Madrid.
-      Perdone ¿la calle del Pez?- un casi rugido cavernoso, interrumpió sus pensamientos. Se fijó bien en el dueño de la voz. Un hombre alto, enjuto, pálido, sin cejas ni pestañas y con la cabeza afeitada. Raquel no pudo contener una pequeña mueca de desagrado.
Cuando se repuso le explicó, con amabilidad, cómo llegar a su destino.
-Muchas gracias Raquel- le contestó con un leve esbozo de sonrisa.
Y se marchó a toda velocidad.
Ella apenas pudo reaccionar… ¿cómo diablos podía saber aquel siniestro personaje su nombre?...


2 comentarios:

  1. Es un placer conocer a Raquel y sus circunstancias.¿Quién será el misterioso personaje?
    Nos dejas la miel en los labios y la intriga en los ojos.
    Besos a Fellini en los bigotes.

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  2. Ay...Raquel me resulta casi familiar...por un momento he sentido un escalofrio al leer la descripción del hombre ese...no,no puede ser...Un abrazo!

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